viernes, 30 de mayo de 2014

jueves, 29 de mayo de 2014

Historia del Arte: el jardín japonés

El jardín japonés sintetiza el arte arquitectónico y la naturaleza. No se trata de atrapar una porción de esta naturaleza por parte de aquellas personas que no pueden pasear habitualmente por bosques o ir a la montaña, debido a sus obligaciones en la gran ciudad. Es un acto de recreación de una naturaleza espontánea, pero encerrada dentro de unos muros o un cercado. El jardín es el hijo de la naturaleza y la cultura, algo que también podríamos llamar arte.

Percepción de la belleza por los japoneses
El japonés percibe la belleza de dos formas: una es la belleza casual que poseen las cosas nacidas espontáneamente, la belleza de la naturaleza pura, otra es la belleza de lo racional, la forma perfecta creada por el hombre.
La estética tradicional de Japón está conformada por la unión de dos percepciones: el ángulo recto y la curva, lo ortogonal y lo racional, la unión del Yin y el Yang. Por eso el jardín está siempre imbricado con la arquitectura en Japón.

El sintoísmo

El mito de la creación japonés dice que dos dioses crearon ocho islas a las que se añadieron más tarde los ríos, montañas y árboles. Shinto es la palabra para denominar las islas de los dioses.
El sintoísmo es la religión más antigua de Japón y su influencia ha marcado todo su arte y tradiciones, basados en el respeto a la naturaleza, la idea de pureza y el cultivo del arroz.
Las piedras se han incluido en el diseño japonés desde siempre, no se usan como material de construcción, excepto para alguna fortaleza. Las piedras, morada de los dioses, tienen una consideración religiosa y se han tratado como auténticas esculturas. Se señalizan mediante cintas sagradas y se colocan con un orden preciso. Este ordenamiento se puede considerar como el principio del jardín japonés

La influencia hindú
Con la llegada del budismo a Japón también llegaron las influencias hinduistas. La montaña como centro del universo, shumi-sen, sería el eje de una serie de círculos concéntricos, montañosos, y entre estos círculos: el agua. Esta coincidencia con la cosmogonía japonesa, la van resumir los japoneses en la montaña y el agua como germen de todo lo existente.

El taoísmo chino
La influencia china viene de la mano de la mitología. Las islas de los bienaventurados estaban asentadas sobre una gran tortuga y sus habitantes inmortales volaban sobre grullas en completa armonía de la naturaleza. Posteriormente las grullas y las tortugas se convirtieron en el símbolo de la inmortalidad. Este mito, anterior a la llegada de budismo, caló en Japón como lo hizo el anterior mito hindú, de forma que todo el periodo Edo verá nacer arquitectura y jardines conformados por esta influencia.

El budismo amida

El budismo amida (Mahayana), es una corriente que se centra en la meditación y la contemplación, siendo la que más adeptos tiene en Japón. El mito, en este caso, se basa en la existencia en el Oeste, de un país de la pureza gobernado por el buda Amida. Según los sutras hindúes este buda salvaría a todo aquel que le dedicase su vida. El paraíso logrado está descrito como una serie de jardines con lagos cubiertos de loto y con fabulosos palacios.
Al fin y al cabo, la religión es fruto de la preocupación del ser humano por la muerte y estos tres mitos quieren eludir esta muerte. El acto creativo es el recurso de los hombres y mujeres que tratan de vencer la ley de la naturaleza creando su propia naturaleza en forma de jardín o arquitectura.

Las tres piedras
La tríada de piedras es un recurso frecuente en los jardines japoneses. Esta forma de disponer en grupos de tres las piedras, ya sea en vertical o en horizontal, es de origen budista. Una piedra grande y dos pequeñas flanqueándola. También el ikebana, arte de componer flores y plantas, o el teatro noh japonés, verán repetido este patrón de pequeño, mediano y grande, al igual que en toda la historia de la jardinería japonesa.
Teatro Noh

En cuanto al significado, parece que está recogiendo el cielo, la tierra y el ser humano; horizontal, diagonal y vertical, que en el ikebana se representarían por: la "rama de la verdad", la "rama secundaria" y la "rama que fluctúa". No cabe duda de que este aspecto de lo ternario debe tener un fundamento muy profundo, ya que se suele encontrar en las manifestaciones artísticas y religiosas de la mayoría de los seres humanos.



Arquetipos de jardines

A pesar de que el jardín japonés más conocido es el llamado kare-sansui, existen varias concepciones de jardines a lo largo de los siglos, que se corresponden con las siguientes épocas:
 
Hoo-do vista noreste (periodo Heian)
  • Heian
  • Kamakura
  • Muromachi
  • Azuchi-Momoyama
  • Edo
  • Meiji
Y por fin la época actual, que cuenta con historiadores del arte como ShigemoriMirei que han dado un nuevo impulso a la jardinería japonesa.
Shigemori Mirei Japan Garden VisualBook Kyoto Temple II


El presente
Como siempre pasa en el arte, la cultura se acaba reflejando en la obra del artista. De esta forma, la creciente conciencia de la individualidad y la separación hombre y naturaleza, importadas de occidente, han calado en los artistas japoneses, que usan los materiales plásticos o metálicos para construir jardines, y ya no se desea la colaboración de la naturaleza para terminar de modelar la obra del artista con el crecimiento de musgos u otros cambios ajenos a su mano. Como muestra de esto último la Feria Internacional de Jardinería de Osaka (1190), llevó el nombre de "Coexistencia del hombre y la naturaleza", olvidando que el hombre es parte de ella.


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El jardín japonés


Aunque a finales del siglo XIX la influencia occidental en Japón hizo que se olvidase el arte de construcción de jardines zen, a principios del siglo XX, el interés por los jardines creció. De 1926 a 1988 hay un resurgimiento del jardín en Japón, gracias a Shigemori Minei, artista e historiador de la jardinería. Ya en un mundo globalizado, en el próspero occidente, se construyen este tipo de jardines y surge el llamado "estilo zen" en la decoración. Este artículo contiene una introducción histórica e instrucciones para aquellos interesados en realizar un jardín zen.


Feng-shui y sino
El budismo zen y la geomancia japonesa sino (el feng-shui japonés), al igual que el zen, tienen sus orígenes en China. Estos ingredientes, más el añadido del sintoísmo (ancestral religión mayoritaria de Japón), son las bases sobre las que se edificarán verdaderas obras de arte arquitectónico: los jardines y los templos japoneses.
Feng-shui y sino se basan en una concepción holística del universo, donde el ser humano es una pieza más de la trama de la vida. Los campos de energía, la naturaleza, la arquitectura y el ser humano, interactúan unos con otros. Así, las ciudades chinas y japonesas se orientaron al Norte, según las indicaciones de la geomancia, y el emperador, chino o japonés, atrajo la energía cósmica, en su papel de mediador entre el cielo y el pueblo (este sería el “mandato celestial”).
Un manual de jardinería japonesa
En la segunda mitad del siglo XI, Tachibana escribió el Sakutei-ki. En este escrito existen unas reglas precisas para erigir piedras (como “erigir” estatuas). Hay que lograr una asimetría de las rocas respecto de las construcciones artificiales y tratar a los elementos inorgánicos como si tuvieran vida propia. Dejar que el agua contemple la naturaleza circundante, seguir los deseos de los elementos del jardín tratándolos con amor y respeto.
El jardín seco kare-sensui
En las épocas Kamakura y Muromachi, la influencia del budismo sobre la construcción de jardines era predominante. El resultado es el kare-sensui, un paisaje seco de “montaña y agua” dentro de un entorno edificado. El objetivo es reflejar la esencia de la naturaleza no su forma visible. Estos jardines están concebidos para ser admirados, como si de una obra de teatro Noh se tratara, desde unos puntos predeterminados.
La llegada de monjes zen chinos a Japón, tanto como los viajes de monjes budistas japoneses a China, importan esta corriente de pensamiento, y se comienzan a edificar numerosos templos zen en Japón, muchas veces con el patrocinio de los samuráis.
El jardín zen
El período de 1336 a 1573 se considera el más creativo en Japón. el teatro Noh, la “ceremonia del té”, la pintura paisajística, el ikebana, y los jardines de paisaje seco, se inscriben en la órbita de influencia del budismo zen japonés. El jardín zen no está pensado para alcanzar la iluminación (satori). Son los que han experimentado la iluminación los que crean estos jardines. Estas son sus características:
  • Asimetría
  • Simplicidad
  • Austeridad
  • Naturalidad
  • Reserva profunda
  • Serenidad suspendida
  • Paz
Cómo construir un jardín zen, o kare-sensui
Para aquellos que dispongan de un espacio para crear un jardín zen, el primer paso sería nivelar la superficie que se desea dedicar al jardín. Lógicamente, es preciso tener en cuenta todo el espíritu constructivo mencionado anteriormente.
El segundo paso es delimitar el espacio, mediante traviesas de ferrocarril antiguas o empalizadas realizadas en madera. Sobre la superficie limpia de hierbajos y piedras hay que extender una tela especial para impedir el crecimiento de malas hierbas. Si no se hace así, saldrán plantas en mitad de la arena rastrillada. La colocación de plásticos no está recomendada, ya que se formarían charcos cuando lloviese.
Una vez lista la superficie para recibir la arena hay que pensar en el viento. Si es una zona muy expuesta hay que recurrir a gravilla, si no, el aire se llevará la arena. Si el jardín va a estar a resguardo del viento, es posible utilizar gravilla más fina o incluso arena.
La elección de las rocas es la parte más delicada. Una vez localizada la cantera, o el almacén de materiales de construcción, hay que elegir las rocas en proporción al espacio disponible y al marco arquitectónico.
También hay que tener en cuenta el clima. En zonas húmedas las piedras podrán estar cubiertas de musgo, mientras que la aridez desaconsejará este añadido que, realmente, da un toque de belleza natural muy característico y apreciado.
Lo habitual es que el camión que transporta las rocas disponga de un brazo grúa que pueda depositarlas cerca de su ubicación definitiva, por lo que conviene realizar un buen croquis antes.
Por economía es recomendable comprar en el mismo sitio: la gravilla, elementos delimitadores, la protección textil para el suelo y las rocas. De forma que un mismo camión pueda servir todo en un único viaje.
Una vez que esté todo ya dispuesto, el último elemento necesario es el rastrillo. No sirve uno metálico común, los dientes finos no dejarán surcos bien visibles. Lo aconsejable es un rastrillo con dientes de madera. Si se es habilidoso con el bricolaje es posible fabricarlo uno mismo.


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viernes, 16 de mayo de 2014

El imperativo categórico

La voluntad buena es la que actúa por el deber determinado por la razón. Para Kant actuar por deber y buena voluntad son términos equivalentes.
Obrar conforme al deber es legal, pero no moral. Si se obra por deber es por respeto a la ley moral. Es decir, la ley moral es la que prescribe las acciones del deber.
Existen las máximas y la ley moral. La máxima es un principio no objetivo o universal. Puede ser válido tan solo para un individuo. Por ejemplo: un diabético sabe que no debe tomar azúcar porque es malo para su salud. El azúcar no es malo objetivamente pero, sí es mala para él.
La ley moral sí es un principio objetivo. Es la que hace que el ser humano, guiado por la razón, actúe  obligatoriamente. Es decir por imperativo. Hay dos tipos de imperativos:
Imperativo hipotético: prescribe una acción como buena o necesaria para alcanzar un fin. Pueden ser de dos tipos a su vez:
*      Problemáticos: aquellos en que el fin puede quererse o no. Por ejemplo «si quieres ser campeón olímpico tienes que dedicarte al deporte plenamente» Puede que yo quiera o no ser campeón olímpico.
*      Asertóricos: en el que el fin perseguido es la felicidad «si quieres la felicidad tienes que…»
Como vemos, los imperativos hipotéticos no son la esencia de lo moral, ya que mueven a obrar para lograr un fin condicionado a algo.
Imperativo categórico: es el que se impone a nuestra voluntad de un modo absoluto, sin ningún tipo de condición. Es el imperativo moral y tiene que tener estas características:
*      Autonomía: el ser humano se debe guiar por su razón para seguir los dictados de su  conciencia.
*      Universal: «obra de tal manera que la máxima de tu conducta pueda valer como principio de legislación universal» es decir que lo que sea válido para ti lo sea para cualquiera. Obra de forma que cada  ser humano  sea un fin en sí mismo, no como un medio.
*      Apodíctico: no está condicionado a nada, debe aceptarse de modo absoluto.

Según Kant el ser humano se impone la ley moral a sí mismo. Debe actuar según máximas que puedan convertirse en leyes universales siguiendo el imperativo categórico. Si  el ser humano tiene que obrar obligado por agentes externos a sí mismo, se somete a máximas que no proceden de la moral. Son máximas subjetivas, no son válidas para todos. Solo si hay libertad puede existir la moralidad y solo si se guía por un principio categórico puede ser libre. 

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miércoles, 14 de mayo de 2014

Historia de la Unión Europea

He aquí un enlace para poder profundizar y comprender mejor el proceso de creación de la unión Europea

  http://geopaideia.blogspot.com.es/2014/05/historia-de-la-union-europea.html

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jueves, 8 de mayo de 2014

Una historia del manga por Yosu Bravo

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Géneros y demografía en el manga japonés

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martes, 6 de mayo de 2014

El triunfo de la compasión

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lunes, 5 de mayo de 2014

El villancico de Gloria Fuertes

A vueltas con la ética.

Escuchad esta poesía de Gloria Fuertes interpretada por Paco Ibáñez. Pensad en la moral que rechaza. ¿Es ético rechazar estas normas morales?


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