El nacionalismo tuvo una gran aceptación por su capacidad de llegar a la práctica totalidad de los grupos sociales y políticos. Había comenzado a desarrollarse desde fines del XIX. Su éxito también se debía a la gran facilidad para permear a todas las ideologías locales, desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Se produjo una asociación entre los conceptos nacionalismo y antiimperialismo facilitando la implantación del primero, y era un factor de movilización de los sectores populares. Es curioso observar una cierta nacionalización del liberalismo, pero las opciones autoritarias carecieron de la fuerza suficiente para arraigar y acabar con la construcción democrática que el liberalismo había efectuado en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. La llegada masiva de emigrantes europeos a determinados países provocó un rechazo que alimentaba la difusión de ideas nacionalistas de corte xenófobo y racista, mezclado con un componente autoritario. El hecho de que las organizaciones socialistas y anarquistas iban creciendo a la sombra de la inmigración y sus dirigentes eran mayoritariamente extranjeros, se empezó a trasladar a la población foránea la culpa de las huelgas y movilizaciones laborales (Argentina). El fascismo y el nazismo, tuvieron una influencia menor, menos estructurada y prolongada que la del comunismo. La presencia nazi en América Latina se expandió a partir de las colonias de inmigrantes alemanes y de algunas de sus organizaciones sociales y políticas que fueron complementadas por una serie de instituciones gubernamentales tras la llegada de Hitler al poder, se creó el Instituto Iberoamericano de Berlín. Había países como Chile, donde la organización nazi era eficiente y radicalizada y otros donde era prácticamente inexistente. En algunos países, como Chile la penetración nazi tuvo como principal vehículo de entrada en las Fuerzas Armadas y el cuerpo médico. El falangismo y franquismo. Ciertos grupos de extracción nacionalista, de derecha o integristas católicos, intentaron crear un fascismo criollo, profundamente anticomunista, anticapitalista y antinorteamericano. Estos grupos se distinguían por presentar a la Iglesia como tutora de la nacionalidad y hacer del catolicismo la verdadera ideología nacional. En esta línea confluyó el hispanismo reaccionario, que se desarrolló ampliamente en los años treinta, y que hizo de la recuperación de la idea imperial una de sus principales banderas. No lograron sobrevivir a la derrota del Eje durante la segunda Guerra Mundial, quedando bastante marginal esta influencia. Imprimir
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