viernes, 5 de octubre de 2012

Comentario de un templo egipcio

Esquema de un templo del Imperio Nuevo


Evolución.
En contraste con el inmovilismo que caracteriza a la religión egipcia, tanto en lo que se refiere al dogma como al ritual, intocables ambos, los edificios de culto, y en primer lugar el más importante de todos ellos, el templo de Amón en Karnak (Tebas), se vieron sometidos a continuas reformas, debidas en primer lugar al afán de los reyes de hacer patentes su magnificencia y su piedad.

Estructura (análisis formal). 

El pílono, dos muros en talud de planta rectangular alargada que flanquean una puerta.culminados con una moldura convexa denominada toro y la cornisa cóncava y ancha, con perfil tendente al cuarto de círculo, denominada caveto. La puerta adintelada que estas torres flanquean alcanza menor altura que ellas y suele estar coronada por el disco solar alado y en relieve.
Los pilonos suelen estar decorados con bajorrelieves rehundidos, conmemorativos de los triunfos del faraón constructor, sobre los enemigos suyos y del país. Al mismo tiempo, sirven de telón de fondo a un número plural de estatuas del mismo personaje, colocadas delante, en respuesta a la tendencia egipcia a la repetición de una misma estatua en un contexto arquitectónico.
Igualmente, junto a las estatuas suelen aparecer enormes estructuras troncopiramidales, los obeliscos, con un claro simbolismo solar, y abundantemente decorados con jeroglíficos.
No conformes con todo lo anterior, los pílonos llevaban, adosados a sus fachadas y encajados en nichos a propósito, mástiles de madera de cedro que sobresalían por encima de sus cornisas haciendo ondear al viento sus correspondientes banderolas.
A modo de acceso a esta entrada monumental, en muchas ocasiones aparece una avenida de esfinges flanqueando el camino que lleva a los pilonos en un claro sentido procesional. Al interior, aparece un patio descubierto (que los griegos llamarían pronaos y que también se conoce como "sala hipetra") a que el pílono da acceso, que presenta, en uno o en varios de sus lados, pórticos de columnas o de pilares osíricos.
A este patio, y sólo a él, tenían entrada los profanos; aquí se hallaba el altar de los sacrificios. Los bajorrelieves, rehundidos, de las paredes se referían al faraón y a sus varios cometidos en la vida civil, militar y religiosa, pero no desvelaban ningún misterio ni hacían comparecer a ninguno de los dioses. Tras este patio porticado se solía encontrar la sala hipóstila, una estancia transversal, dividida en tres o más naves por hileras de columnas. La nave central alcanza a menudo, a partir de la Dinastía XIX, una mayor altura que las laterales, lo que permite abrir, en el resalte producido en la techumbre, ventanas enrejadas, que iluminan preferentemente la nave central como más tarde ocurrirá en las basílicas romanas.
También las columnas de la nave central son más altas que sus compañeras y, a diferencia de éstas, coronadas normalmente por capiteles de capullos de papiro, están rematadas por grandes flores de la misma planta, abiertas, de cáliz acampanado (de donde el nombre de capiteles campaniformes). La mayor sacralidad de este recinto con respecto al patio tiene su reflejo en las escenas procesionales y rituales representadas por los bajorrelieves.
Como es de rigor en presencia de los dioses, el faraón aparece despojado de sus galas mundanas y vestido sólo con un sencillo faldellín.
Las salas hipóstilas pueden ser una o varias, y sus nombres indican sus respectivas funciones: sala de la aparición, sala de la ofrenda, sala de tránsito. Finalmente el santuario (naos en griego) equivalente a la parte íntima de la casa, con su salón y sus dependencias para los sacerdotes (adyton), éstas no sujetas a un esquema fijo y donde se encontraría la estatua del dios.

El incremento de la sensación de intimidad que se experimenta conforme se adentra uno en esta sucesión de ambientes, se halla reforzado por la progresiva subida del nivel de los suelos y por la correspondiente disminución de altura de los techos conforme nos adentramos en esta estructura. También la luz se amortigua de fuera a dentro: primero, el patio soleado; después la sombra del pronaos; a continuación, la media luz de la sala hipóstila, tamizada por las celosías de sus altos ventanales -luz de iglesia, que predispone al recogimiento-, y por último, la penumbra del santuario, donde la estatua de la divinidad reside en su baldaquino o en su barca, que es también su vehículo procesional.

Significado (análisis iconológico) .
El templo se presentaba en la misma línea de significaciones especiales de raíz teológica. Morada de los dioses, organizado para albergar su figura y realizar sus ritos procesionales en un deseo de infundir temor o fe a los asistentes con diversas salas que configuran distintos tipos de espacios, se concibe como una “isla” de orden frente al caos reinante, garante del eterno equilibrio entre el bien y el mal, de forma que éste debía organizarse en torno a esta idea como un auténtico microcosmos rodeado de defensas mágicas encaminadas a evitar el acceso del Caos.
La estructura arquitectónica, por tanto, se encaminaba a subrayar esta idea y procuraba la reproducción artificial de la concepción del mundo egipcia. Así pues, se representaba una naturaleza dominada por la acción del Nilo: las monumentales columnas de los templos, papiriformes o lotiformes, imitaban la vegetación, y, en muchas ocasiones, se han encontrado restos de pintura azul en la base de las mismas, simbolizando el agua fertilizante del Nilo; la cubierta de las salas se decoraba con elementos cósmicos, especialmente con estrellas; y el pavimento, generalmente de piedra de color negro, en que se apoyaban las columnas era el fértil limo que personificaba a Osiris. Las defensas mágicas que aislaban el perfecto microcosmos que simbolizaba el eterno fluir del Nilo, se concretaban en los grabados y representaciones simbólicas del muro que presentaban al faraón venciendo a los representantes del Caos, generalmente animales considerados nocivos como el hipopótamo, el antílope o el cocodrilo. La protección mágica se completaba con la delimitación de un témenos o recinto sagrado al que sólo podían acceder los sacerdotes convenientemente purificados. Igualmente la propia configuración geográfica de Egipto, en torno al Nilo como eje natural explica el recurso a la axialidad (pilonos como ejes del Templo como los valles rocosos que conforman el Nilo) o algunas formas constructivas como la sala hipóstila, eco de un bosque de palmeras.

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