viernes, 16 de mayo de 2014

El imperativo categórico

La voluntad buena es la que actúa por el deber determinado por la razón. Para Kant actuar por deber y buena voluntad son términos equivalentes.
Obrar conforme al deber es legal, pero no moral. Si se obra por deber es por respeto a la ley moral. Es decir, la ley moral es la que prescribe las acciones del deber.
Existen las máximas y la ley moral. La máxima es un principio no objetivo o universal. Puede ser válido tan solo para un individuo. Por ejemplo: un diabético sabe que no debe tomar azúcar porque es malo para su salud. El azúcar no es malo objetivamente pero, sí es mala para él.
La ley moral sí es un principio objetivo. Es la que hace que el ser humano, guiado por la razón, actúe  obligatoriamente. Es decir por imperativo. Hay dos tipos de imperativos:
Imperativo hipotético: prescribe una acción como buena o necesaria para alcanzar un fin. Pueden ser de dos tipos a su vez:
*      Problemáticos: aquellos en que el fin puede quererse o no. Por ejemplo «si quieres ser campeón olímpico tienes que dedicarte al deporte plenamente» Puede que yo quiera o no ser campeón olímpico.
*      Asertóricos: en el que el fin perseguido es la felicidad «si quieres la felicidad tienes que…»
Como vemos, los imperativos hipotéticos no son la esencia de lo moral, ya que mueven a obrar para lograr un fin condicionado a algo.
Imperativo categórico: es el que se impone a nuestra voluntad de un modo absoluto, sin ningún tipo de condición. Es el imperativo moral y tiene que tener estas características:
*      Autonomía: el ser humano se debe guiar por su razón para seguir los dictados de su  conciencia.
*      Universal: «obra de tal manera que la máxima de tu conducta pueda valer como principio de legislación universal» es decir que lo que sea válido para ti lo sea para cualquiera. Obra de forma que cada  ser humano  sea un fin en sí mismo, no como un medio.
*      Apodíctico: no está condicionado a nada, debe aceptarse de modo absoluto.

Según Kant el ser humano se impone la ley moral a sí mismo. Debe actuar según máximas que puedan convertirse en leyes universales siguiendo el imperativo categórico. Si  el ser humano tiene que obrar obligado por agentes externos a sí mismo, se somete a máximas que no proceden de la moral. Son máximas subjetivas, no son válidas para todos. Solo si hay libertad puede existir la moralidad y solo si se guía por un principio categórico puede ser libre. 

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