La voluntad buena es la que actúa por el deber determinado
por la razón. Para Kant actuar por deber y buena voluntad son términos
equivalentes.
Obrar conforme al deber es legal, pero no moral. Si se obra
por deber es por respeto a la ley moral. Es decir, la ley moral es la que
prescribe las acciones del deber.
Existen las máximas
y la ley moral. La máxima es un principio no objetivo o universal. Puede ser
válido tan solo para un individuo. Por ejemplo: un diabético sabe que no debe
tomar azúcar porque es malo para su salud. El azúcar no es malo objetivamente
pero, sí es mala para él.
La ley moral sí
es un principio objetivo. Es la que hace que el ser humano, guiado por la razón,
actúe obligatoriamente. Es decir por
imperativo. Hay dos tipos de imperativos:
Imperativo hipotético:
prescribe una acción como buena o necesaria para alcanzar un fin. Pueden ser de
dos tipos a su vez:


Como vemos, los imperativos hipotéticos no son la esencia de
lo moral, ya que mueven a obrar para lograr un fin condicionado a algo.
Imperativo categórico: es el
que se impone a nuestra voluntad de un modo absoluto, sin ningún tipo de
condición. Es el imperativo moral y tiene que tener estas características:



Según Kant el ser humano se impone la ley moral a sí mismo. Debe
actuar según máximas que puedan convertirse en leyes universales siguiendo el
imperativo categórico. Si el ser humano
tiene que obrar obligado por agentes externos a sí mismo, se somete a máximas
que no proceden de la moral. Son máximas subjetivas, no son válidas para todos.
Solo si hay libertad puede existir la moralidad y solo si se guía por un
principio categórico puede ser libre.
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